Este ejercicio pretende demostrar que hasta el proceso más simple, debe llevar un orden estructurado, claro y desglosado; el hecho de no seguir dichos parámetros metodológicos hacen que el proceso quede incompleto y por consiguiente no sea el más adecuado. De igual manera cuando no se usan los términos adecuados, estos pueden tomarse de forma literal y dar lugar a interpretaciones erróneas.
Cuando se desarrolla un método claro que hace un recuento de elementos necesarios para llevar a cabo un proceso, el orden en la secuencia del mismo y tener en cuenta todos los parámetros necesarios para que este se desarrolle con éxito, permite resultados más efectivos y con un margen de error mucho menor.
En este último ejemplo, se puede apreciar la forma correcta de servir y comer un huevo, desmintiendo algunos mitos clásicos con respecto al tema.
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